Mañana me tocará a mí enviarle un guión.
La ciudad y las hormigas
Cuando tenía la edad de los ancianos
las hormigas eran blancas
y los caballos tenían cuatro patas como ahora
entonces no existían calles ni avenidas
porque la ciudad era un bosque
latiendo en tus sandalias
y tú decías que yo tenía
el rostro de paisaje enloquecido
por extraños pájaros blancos que no existen
Fuimos en tanto ya no somos
porque mi experiencia cae
furiosamente en tu apellido
en tu frágil cuerpo de semana sofocada
porque la ciudad hizo de tus caderas
el mejor negocio
Si ahora tú me vieras
dirías que tengo el rostro enloquecido
por microbuses y groseras oficinas blancas
y que soy un hombre común
y mi trascendencia está en la rutina
levantando el polvo de silencio estremecido
pero tú no podrás llamarme
porque una sigla comercial detendrá tu voz
y verás que en un cajón de archivo
estoy totalmente cogido por el nombre.