Es silenciosa la ciudad. Como el aliento
de un compañero, la brisa me despeina, breve y ligera.
Esta brisa que en otra ciudad
hubiese recibido un nombre propio,
y aquí apenas si despierta recuerdos
que a solas todavía me avergüenzan.
(Esta entrada se la debo a mi buen amigo J. Anicama).
Dios
No sabía de esto
Gracias por la mención
Un abrazote
Joel