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Archive for junio 2008

Pedro me ha escrito de una manera tan moderna que me ha dejado tonta. Lo peor es que siempre anda llegando con sus artículos y nunca me ha dejado que lea uno de sus poemas. Ah… tengo que aclarar, Pedro no es el mismo Pedro del que escribía abajo. La vocal del primer apellido hace que se diferencie tanto y que lo mejore tanto también, que ando ansiosa de un Pedro I. Pedro E. estaba escuchando mis razones por las que andaba despeinada y mal arreglada por el edificio, le decía que era un tema canino, me preguntó entonces por el nombre de mi perro, y bastó que le diga que se llama «Pongo» para que relacione inmediatamente esta conversación, como todas las otras, con la literatura, la pintura, la música, no sé… con todo lo que tenga que ver con su sección en el diario.

«Se lo pusiste arguedianamente» me dice, y le digo bruscamente: «Ay Pedro, se lo puse por la peli de los dálmatas». Se ríe y se tapa la cara, debe pensar: qué es lo que tengo enfrente! En fin, que se ríe otra vez y me empieza a contar la historia del libro de Arguedas, del Pongo tan parecido al mío, tan personificado.. creo que es justo ahí cuando empiezo a llorar.

Voy a dar la espalda un poco a todo lo fácil… lo fácil es dormir, andar, llorar, echar de menos, lo fácil es no postear, recordar. Voy a darle la espalda y voy a dejar que entre ese aire que quiere entrar por el agujero de mi ventana que he tapado con un pedacito de cortina. Le doy la espalda a todo lo fácil y me voy por lo difícil. Lo difícil es aceptar que ese frio hace bien, congelarse un poco por dentro, está bien.

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Es 17 de junio de 2008, Pongo tiene ya 11 años.  Dudo que sea el perro más felíz del mundo, dudo que sea feliz, dudo que vuelva a ver, pero no importa, Pongo tiene 11 años y yo soy feliz de tenerlo todos mis días, de que me mueva la cola, de que me huela, de que escuche «comida» y se emocione.

Mañana tenemos una cita con el oftalmólogo, ojalá su ceguera pueda ser recordada sólo como un «entrenamiento obligatorio del olfato y demás sentidos».

Todo va a estar bien, te adoro Pongo.

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Creo que ha pasado casi un año de esto.

 

 

ramazov.                el universo…(pensando en que la entrevista en realidad fue eterna) dice:

mercedes

Karamazov.                el universo…(pensando en que la entrevista en realidad fue eterna) dice:

yo creo k no vamos a durar para siempre

Karamazov.                el universo…(pensando en que la entrevista en realidad fue eterna) dice:

pero

Karamazov.                el universo…(pensando en que la entrevista en realidad fue eterna) dice:

siento que t  quiero más alla

.!mercedes[un ratito a pie y otro caminando] dice:

màs allà còmo?

Karamazov.                el universo…(pensando en que la entrevista en realidad fue eterna) dice:

más alla de todo

aramazov.                el universo…(pensando en que la entrevista en realidad fue eterna) dice:

dmi casa d la tuya d lima ica pisco chincha

Karamazov.                el universo…(pensando en que la entrevista en realidad fue eterna) dice:

america latina y el caribe

Karamazov.                el universo…(pensando en que la entrevista en realidad fue eterna) dice:

islandia

.!mercedes_[un ratito a pie y otro caminando] dice:

😮

Karamazov.                el universo…(pensando en que la entrevista en realidad fue eterna) dice:

dl fin dlmundo k es cuadrado

Karamazov.                el universo…(pensando en que la entrevista en realidad fue eterna) dice:

no hago más que pensar en ti

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No sé, es probable que me merezca que le hable y que no me quiera oir, que le toque y haga el que no me siente, que encienda la luz, la apague y no tenga ni idea de lo que hago. Entonces le grito su nombre apenas llego y es como si me dijera «aquí no pasa nada».

Me siento entonces cada noche, a buscarle un tema de conversación, a pensar en qué es lo que le puede estar doliendo, a mirar sus ojos, a mirarlo de lejos de cerca, a mover mis dos dedos tontos y preguntarle «ahí qué ves» yo sé, él no quiere que lo molesten, pero yo no quiero decirle adiós.

Pongo, mira aquí, aquí – hago sonar mis llaves para ver si despierto interés en èl, pero nada- Ponguito, perdóname. Yo sé que no me puede oir ni ver, sé que me huele, quizás este sufriendo pero no me siento capaz de decidir su vida. Odio mis días libres, el poco dinero que tengo, las horas que duermo, las que escribo, las que leo, odio todo si al final no puedo ayudar a este ser que quiero, que me pertenece.

Hoy cuando llegué y lo encontré fuera de su casita, lo saludé en voz tan alta que estaba segura me tenía que oir y se emocionó, movió su rabo y yo le seguía hablando, me puse a pensar que quizás recuerda cómo soy, la cara que tengo, mis manos, la cantidad de muecas que le hago para que me siga prestando atención.

Yo si me quedara ciega creo que entre las mejores imágenes que guardaría en mi memoria sería a Pongo mostrando la puntita de su lengua, con el hocico cerrado, o a Pongo en el concurso de mejores mascotas del distrito,  a Pongo cuando me lamía la mano, cuando lo encontraba durmiendo en mi cama. Creo que sobre todo a Pongo cuando tiene miedo de un perro más grande y retrocede lentamente como quien sabe lo que puede y lo que no. Y entre todas esas imágenes al Pongo de ahora, de doce años por cumplir, que no me deja dormir porque me ha mirado, y me ha dicho con esos ojos bien abiertos: «no puedo ver nada».

 

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Te llamo sólo para decirte que tú, que tú no puedes pensar esas cosas de mí. No te escucho bien. Tú no, tú no, tú que por ti me he ido a la mierda tres veces, más aún, me he peleado, me he vuelto y pensé que hasta me volvería a pelear por ti, tú no. No te escucho bien, estoy en el micro. Tengo tantas cosas aquí adentro, guardadas, no sé, eso es todo supongo. Chau.

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Hoy me despierto con ganas de decirte que no te quiero más, sin embargo has llamado, y eso que recuerdo es tu voz y lo que quiero volver a ver es tu número en llamadas recibidas. Pienso, y en parte es cierto, quiero que vuelvas a llamar. La verdad es que es inútil, la verdad es que me hablo en voz alta y presiento que ya no te amo más.

En algún momento pensé que esto nunca acabaría, creo que lo olvido ya y te olvido de paso. Los dolores del alma son los que más extrañamente se nos van. Me mudo de ti y pienso que estuviste bien, pero que aquí  en este nuevo lugar estoy más cómoda. Cómo te digo entonces que ahora no siento nada por ti, si a pesar de todo igual me he emocionado al escucharte, si igual siento que puedes estar pensando en mí, en este instante. En este que es el que yo me paso escribiendo de ti. Creo que no eres para mí, mira: acabó el párrafo que pasó y ya pienso que no exististe. ¿Por qué no me pongo entera de acuerdo? ¿Por qué cuando cierre esto, tengo la impresión que volveré a sentir nostalgia de ti? ¿Por qué siento que no sé qué se viene después? Me desenamoro de ti, despacito, con poca consciencia, es cierto, pero con todas las ganas del mundo.
 

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